Una llama invocada
Enviado desde mi HUAWEI Y9a
Una llama invocada
Con abundancia para confiar
Se mueven las fronteras
Para sentir el péndulo
Aquí y ahora
Con perceveracia para ser firmes
Se cierran las espectativas
Que ya transitamos en dolor
Para volver a sentir la vitalidad
Aquí y ahora
Con armonía para gozar
Enrroscados como serpientes
Sin marcha atrás
Solo caminando el futuro despaldas
Aquí y ahora
Con amor para calentar el corazón
Seducidos en cuerpos fermentados
Inocentes viajando a la profundidad
Aquí y ahora.
Se encripto en 2 corazones
Con fuerza y sin miedo
Se parece a un sueño
Solo que estábamos despiertos
Dance en la huerta descalso
Mirando la madrugada
Y tu calentaste los pies
Con manzanillas vivas
Comí pasto con bocadillo
En visión futurista
Frijoas con cristales
Seducidos con chicha terrenal
Lloré y desperté
Confesé y liberé mi cuerpo
Con rituales para limpiar las aguas
Hicimos el amor
Sentí tanto
Que lo único
Fue reiniciar
Mis sueños
Ahora es diferente
No puedo soñar igual
Ahora mis sueños
Son despiertos
Y están cerca a tu corazon
A tu cuerpo
Y cuando descanso
Solo sueño
Con crear en relación
Nuevos sueños despiertos
“Kima Kima Kima, emborrachemonos juntos y vamos a soñar juntos”. Una mujer Embera le canta a su cónyuge
Kima kima, es la unión de mundos, resignificar flores de borrachero y tabaco para llevarlas secas al altar, una instalación de fervor para acercarnos con alegría a los mundos con los que queremos trabajar, aquellos en armonía con la naturaleza, y cuyas ofrendas visuales son conjuros para unirnos con lo secretos de lo más que humano, sin perder de vista los eventos y complejidades de la historia colonial y las vulnerabilidades socio políticas del sur.
Popularmente llamada borrachero, la Ibuaka, ivaka, iuaka o iguaka, es una de las plantas herbáceas que se extiende por todo Colombia, también se le conoce con otros nombres como: la trompeta de ángel, floripondio y Tijikí. Una planta que orbita en lo público y en lo privado, en calles y en algunos jardines internos, especialmente en Colombia fue profanada para usarse como alcaloide para desinhibir voluntades, la planta se mezclada con benzodiazepinas para crear la droga llamada burundanga.
En los viajes al resguardo Embera en Risaralda, Colombia, se encuentra también la misma planta, cuyos usos son sagrados y muchas veces secretos de las comunidades que guardan estos conocimientos que nunca entenderemos. Los Jaibanas predicen que pueden “ver” mediante esa planta y establecer contacto con los espíritus, buscando causas de enfermedades o tratamientos posibles para curar, inclusive encontrar lo oculto o lo perdido, poniendo en fricción el futuro como una planta que, con su geometría, puede interactuar con el inframundo.
Esta tecnología no humana, es un conductor de mundos, un singular portal a través de una secuencia, usado en un ritual por los Jaibanás, se trabaja en un trance con el borrachero, en el que se emborrachan con etílicos y fermentos de chontaduro y maíz. Recientemente las bebidas tradicionales se han reemplazado por biche, una bebida destilada de la caña, un patrimonio que ha sido compartido por comunidades del pacifico mediante el uso del trapiche y la destilación del fermento con alambiques tradicionales. Emborracharse es también el trance del que se cura y hace curación, del que aprende de la planta. El Jaibaná siempre en unión con la compañera que aconseja, construye el altar con flores de borrachero y hoja biao blanco apuntando en simultáneo a la tierra y al altar. Esas palmas del iraca no solo tapizan sino ondulan y vibran constantemente en las manos del Jaibaná, entre ofrendas de frutas y dulces, rezos y delirios, existe espacio para el dibujo con tinta de jaiba, que marcan rayitas en la cara de todos en la ceremonia, como si fueran gatitos o miquitos, recordando que también es una forma de pedagogía transformadora, una secuencia de diseños y rezos sobre la fauna y flora.
La artista transita la relación paradójica con la comunidad Embera. Representa una mediación que usa el diagrama de afectos en constante cambio que se posicionan como autora, artista y aliada que con su identidad Colombo Francesa ha enfrentado los mecanismos de control y gobernanza de esta comunidad, que dificulta el acceso a estas zonas. Parece un reto ayudar desde una micropolítica a la familia Embera sin que los gobernadores vean como un peligro a una mujer conviviendo con estos conocimientos, la única respuesta a esto es insistir en el deseo que motiva constituir nuevas relaciones de parentesco.
Un parentesco transformador de las maneras de relacionarnos con lo humano y lo no humano, una anarquía de relacionarse con lo Embera y la naturaleza como una urgencia, una alianza política por el cuidado que no solo afecta los resguardos, sino todas las ciudades del país donde conviven de manera precaria las comunidades desplazadas por la violencia, una donde los grupos armados y el frágil proceso de paz ha ocasionado fricciones que desarticulan todos los proyectos comunitarios para y de esta comunidad. La investigación usa la chakana como dispositivo de conocimiento, los siete colores usados por los pueblos andinos, un emblema de parentesco que hace magia y brujería, que trabaja el negativo con el mismo cuidado que un Jaibana, una dimensión mágica y análoga de la fotografía con flores y tabaco que conecta mundos, y fija el tiempo del mismo modo que el Jaibaná lo hace con sus cantos.
Una cartografía de realidades vigentes articulando libros que acompañan el proyecto, son contradicciones de la historia hegemónica usada por la lengua Española, donde reiterativamente se niega todas las posibilidades de conocimientos y misterios subalternos; en palabras de Val Flores: “Cuando solo se habla la lengua del Estado hay una domesticación de la imaginación”. Maria Amilbia con la inserción de dibujos en estos libros posiciona un gesto descolonial, que en unión con la voz del Jaibaná produce una rabia y magia, una que disipa y revive, que denuncia y desconoce, por no saber y por pensar, por llorar de emoción y por desear conmover vitalmente desde la poesía.
Poderosa cura para dejarnos extrañar y volver a “ver”, con proyecciones de luz que se unen al altar y dan forma a esta unión de plantas e imágenes, rituales y afectos, hechiceras y hechizadas, aliadas y artistas en potencia creativa y producción de diferencia. Aquí se encuentra la característica de este proyecto, la unión de Karen y Maria Amilbia, que consiste en un devenir sensible de afectos en acciones, la danza con flores y espíritus para encontrar remedios, representar desde el cuerpo la epistemología de los lenguajes que nos vuelven frágiles y nos fuerzan a sentipensar enfrentando las fricciones de los secretos, esta vez con la misma flor que me cuida en la entrada de mi casa.
Pusiste una Chacana en mi corazón
Reconozco y agradesco
Generosidad endulzados de secretos
El tesoro dulce
Con el que puedo curarme y curar
Afinemos la brújula al sur
Visones de trabajo creativo
A ti
Solo respeto
Mujer poderosa, madre y artista bruja
Autoridad para aprender
Y mostrar el horizonte del amor
Un camino y un augurio
Una realidad que nos siga transformado
Con estas secuencias tan poderosas
Sin soles
Solo con la cruz del sur
Con fuego que nos enseña
En cada linea
Que no necesitamos mas
Porque tenemos luz
Sin espíritus etílicos
Danzando con fuerza para vivir
Mirando al cielo donde están todos
Atravesados por cuatro direcciones
Ahora, Ningún muerto nos detiene
Nuestra visión es real
La acompañan las plantas
El desierto del peyote
Que seca los sueños
Para comenzar a realizarlos
Aceptar el misterio y el secreto
Con amor y cuidado
Solo le decimos al cielo
Estamos aquí
No busco arraigarme
siempre volveré al sur
En soles y lunas
Tu presencia afecto
Y un suspiro torpe
hacia la derecha y la izquierda
Imprime gratitud y cariño
Concilian un choque
Como un encuentro
De mudillos caprichosos
De perreo y dulces
Aceptando lo desconocido
Y así! Que el sentir nunca termine
Y que en abundancia
El norte sólo sea otro suspiro de tiempo.