lunes, 20 de abril de 2009

Entrar a teorizar sobre mi practica resulta un trabajo de cuestionamientos, de confusión, de equivocación, de disparare, de desacierto –y aveces– una mentira una inexactitud. Recuerdo aquella frase de un profesor sobre la inmediates de hacer y deshacer no da tiempo de reconocer el error. En este caso la posibilidad de este ejercicio perfecto –quizás un texto– es anteponer lo que hago al pensamiento y encontrar de alguna forma el antónimo de un error: un acierto y una precisión

    Yo apunto hacia una imagen en movimiento, que brota naturalmente de una imagen, aunque no se puede hablar de un resultado literario ni literal mientras ese proceso de imaginación no se transforme en palabras.  Si pienso en un diccionario que – inclusive – los lectores y escritores de lo que hago han ayudado a su constricción, se compone entonces, una larga lista de palabras fácilmente reconocibles,  otras que al desnudar su contenido se *re*descubre su significado, y a la vez, se manifiesta la vulnerabilidad del lenguaje a la hora de definir un proceso de arte.

Bajo este paradigma quiero intentar lanzarme con cuidado a describir mi trabajo de una manera que revele los errores y los aciertos...