jueves, 27 de mayo de 2010

[Mirar hacia arriba]

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[*]
Apunto hacia una imagen en movimiento, que brota de un experimento. Es posible hablar de un resultado literario o literal mientras este proyecto imaginativo se transforme en palabras.
Confío en dos procesos de la imaginación: el que parte de la palabra y llega a la imagen visual y el que parte de la imagen visual y llega a la expresión escrita.

[Lo que hay: Una obra de Janine Antoni]
“Hay un segundo que decide nuestro destino, pero este segundo es fruto de una larga serie de actos de los que no vemos que están ligados entre sí por un encadenamiento secreto.”
—Julien Green: Jornal, III
¿Por qué miramos hacia arriba o hacia abajo? ¿Será una simple cuestión de estatura? ¿De escala? ¿Quizá de la escala del cuerpo en relación con lo que nos rodea? ¿Qué pasa si es la imagen lo que nos rodea? La proyección sólo se descubría en la parte de abajo; el telón rojo cubría una gran parte de la sala y hacía entender que se trataba de una tarima; los pies producían unos gestos autónomos, como si estuvieran desvinculados del cuerpo. El telón por un lado, pero por el otro la proyección completa. Para construirlo había que mirar no sólo hacia arriba.
Al entrar en la sala lo importante parecía ser todo, excepto aquello que se animaba. Me dirijía hacia un gran telón de color rojo oscuro. En la mitad de la sala uno se cubría con los pliegues. El telón parecía estar sutilmente levantado para dejar ver los pequeños pies de una bailarina ejecutando lo que se animaba [aquellos gestos]. Miraba hacia abajo, miraba hacia arriba. Quizá es lo que pasa en una tarima cuando las posibilidades del acto de mirar dependen de uno: la flexibilidad de la mirada, la oportunidad de mirar hacia donde el cuerpo está trazando su visión. [Participar con el cuerpo, penetrar la obra, utilizar la unidad en el espacio: el sentido de unidad, asienta al espectador en una posición ligada a la obra, impone una circunstancia para tomar decisiones al mirar]. Al final lo menos importante puede ser todo menos lo que se anima.

[Lo que uno encuentra: El sitio]
El hecho de que sea libre, abierto, se refiere a que la obra ocurre dentro de ese sitio, lo que implica una visión y posición diferente sobre la obra. Un escultor, por ejemplo, tiende a demostrar su obra en “espacios ocultos”. No son cuestiones simplemente prácticas, por el propio sentido del espacio en su obra: existe ahí una necesidad de insolarla. El espacio ambiental penetra y envuelve en un solo tiempo. Pero, fuera de ahí ¿Dónde situarse? Quizá esta pregunta [¿éste situarse?] nazca de la necesidad de crear lo que se llama un proyecto.
Tal vez, no siendo necesariamente espacios ocultos, o quizá siendo espacios que guarden las obras y creen preámbulos a la comprensión —entonces—¿Qué sentido tendría lanzar [por ejemplo] un video a un lugar cualquiera, como un edificio o una plaza, si se busca una integración y una preparación para contraponer la unidad?
La necesidad de un sentido unitario se presenta entonces con una profunda importancia, no sólo por el origen de la propia idea, sino porque permite evitar una inserción gratuita y se pierda este sentido. ¿De qué serviría la unidad si queda a merced de otro espacio en el que ella/ésta sólo cabe como idea, y así renunciar a la posibilidad de su plena vivencia y comprensión?

[Lo que uno trae: Luz]
[...] “O al contrario bajo la forma de una lenta degradación de la vista arruinada a la larga por ese rojo resplandor engreído y vacilante, y por el esfuerzo incesante siempre desilusionado sin hablar de la inquietud moral que repercute sobre el órgano”
—Samuel Beckett: Le dépeupleur
Su debilidad. su amarillo. su rojo. su omnipresencia. como si cada uno de los nueve cuadrados de superficie emitieran al tiempo un solo resplandor: asignando carencias de mensaje.
[...] El aliento que lo agita
Se detiene de tanto en tanto como cuando finaliza. Todos apuntan a un lugar distinto, su estadía tal vez terminará. Al cabo de unos segundos todo recomenzará. Se deriva de esa luz el ojo que busca: consecuencias para que el órgano que en su renuncia a una búsqueda se fija en el suelo, o se eleva hacia el lejano cielo, donde no puede haber nadie o nada. ¿Qué impide afirmar que el ojo le teme a habituarse a esas condiciones y a adaptarse a ellas?

[Lo que surge: Mirar hacia arriba]
El acto de Mirar hacia arriba se sitúa en el surgimiento de posibles aperturas elevadas del suelo, por donde se abre campo la luz; del muro emerge la columna.
Colgaduras que perseveran.
¿Qué pasa si esta noción se mantiene?
Las colgaduras suben y bajan, aconsejan. El trazo del cuerpo siempre presente, directamente como instrumento o indirectamente cuando desaparece. Si fuera posible seguir de cerca [con el cuerpo] durante bastante tiempo, si fuera posible dilatarse de un movimiento tan lento y poco sensible que ni los mismos interesados percaten [de su cuerpo]. Si fuera posible siempre mirar hacia lo revelado o descubierto.

[agradecimientos]
Santiago Pinyol, Manuel Ángel, Margartia García, Mariana Murcia y Danilo Volpato