jueves, 15 de abril de 2010

Un día con sol de la tarde, volvía solitario
con mi maleta. Pudo ser hace tiempo.
La claridad nacia del fondo de las calles
como la pena nace del fondo de una copa.

Siempre se vuelve solo: no sé por qué las calles
parecen tan vacías cuando el amor termina.
A través de la sombra de los postes se sentía
vagar a los esposos por la humedad del sueño

Nunca pude entenderlo. Nos subimos a un cuerpo
como se sube un niño a la rama más alta
de pronto, bajo el cielo, el cuerpo,
se nos va consumiendo debajo del abrazo

De pronto comprobamos que nos falla la tierra,
que por algún requicito la vida se derrama
la plenitud redonda que llegó por el tacto
por ese mismo tacto regresa y se disipa.

Por parques y ventanas resbalaban las cinco
muy cerca, alguien debía estar viendo
yo volvía cansado, como vuelven los hombres
que han donado para el dolor del mundo

La deznudez de un brazo. Un cuello interminable
Zapatos redondos que se alejan buscando una salida
Una cintura firme donde apoyar las manos
como cuando se vuelca el peso de la maleta

Nunca pude entenderlo. Las miradas se enfrentan
vueltos espejos que en si mismos acaban
Delante de los ojos hay laminas opacas
tras las que cada amante disfraza su egoísmo

Ella estuvo muy cerca, aquella vez, de darme
algo que con el tiempo tal vez fuera un recuerdo
Desde aquí la contemplo, pero no tiene rostro
No sería más triste si no hubiera existido

Penetramos espacios que no nos perteneces
La carne, como el humo, se aleja si se toca
Hoy ya no me pregunto la razón, y me entrego,
Y acepto, y disimulo; pero se es chantaje

Aquel día empezaba como todos los días
porque todos los días empiezan y no acaban
el ocaso suavizaba los ultimos aleros
y la luz preparaba su ultimo estallido

Simpre se vuelve solo del amor, como entonces.
Porque el hombre limita con su piel, y los sueños
solo cuentan, no siemrpe, cuando un pecho, entrevisto
nos revela de pronto nuestra gran desventura