sábado, 8 de noviembre de 2008

Me conto Violeta...

Yo no sé, es difícil de tolerar el encierro, estoy encerrada todo el tiempo, afuera y dentro, aquí sobre el muro donde descansan los azulejos, que se encuadran y se multiplican uno después del otro, qué perversos.

Ahora aparece una manchita negra en el borde del azulejo, sale a la luz para luego desaparecer entre las grietas. Si fuera transparente como una gota tal vez reflejaría el ojo de la cámara, se agarraría fuerte para no caer al borde de la imagen, se llenaría de luz la barriga y tendría que colgarse de las antenas hasta agarrarse de otra que soporte su peso. Si se tocan dos, descienden vertiginosamente al encuentro de otras dos que prefieren subir aceleradamente en sentido contrario, pues saben que ya no dependen, como las gotas, del efecto nefasto de la gravedad.
Las más decididas van en fila, suben hasta el tope de la imagen para luego huir en la misma dirección hacia abajo; si alguna pierde el ritmo y se detiene, puede sentir el borde negro que la tienta a sumergirse definitivamente en la nada.

No hay comentarios: